La desinteligencia humana tiene peores consecuencias que la inteligencia artificial

La desinteligencia humana tiene peores consecuencias que la inteligencia artificial

Virginia Lopez

Por Virginia Lopez, COO de Conciliac

Ni el planeta va a estallar en mil pedazos, ni sucumbirá en un sombrío destino manipulado por las máquinas, como tampoco el ser humano se autodestruirá tras encender el robot que finalmente lo reemplazará. Nada de esto sucederá como consecuencia de la proliferación de la inteligencia artificial.

Desde siempre, cada avance de la tecnología ha sido una cuota más en la financiación del fin del mundo, actitud que deja entrever nuestra capacidad para construir soluciones que mejoran nuestra calidad de vida y esbozar teorías catastróficas, al mismo tiempo.

No voy a negar que alguna vez lo pensé. Las pruebas están frente a nosotros con un cambio climático acelerado y prácticamente irreversible, una vorágine de nuevas tecnologías con cada vez más habilidades, sumado a las economías y políticas tradicionales que se diluyen frente a propuestas disruptivas.

Todo está sucediendo a una velocidad tan arrasadora que solo nos deja dos opciones: dejarnos llevar , o subirnos a la tabla para surfear una ola tras otra.

En lugar de tapar el sol con la mano, o dejarlo pasar, tenemos que encarar el tema de frente, pero con conocimiento y buenas prácticas, de manera dedarle forma al futuro que queremos, y no dejarlo todo librado al azar o a la codicia de unos pocos.

Ser observadores o escuchas de las voces que alertan o sosiegan el peligro de la evolución no es más que la elección de una opción: dejarse llevar por lo que sea que entiendan o compatibilizan.

En cambio, surfear una ola tras otra es entender el nuevo mindset que exige la vertiginosa evolución que estamos experimentando. El avance tecnológico y en particular la IA no van a desaparecer ni frenar. Por lo tanto, lo más inteligente es aceptarlas, conocerlas, adaptarse e incorporarlas a nuestra vida de manera informada y, nuevamente, inteligente.

Los que estamos en el lugar privilegiado de ser diseñadores, creadores y difusores de tecnologías que mejoran el trabajo y la vida tal y como la conocíamos, tenemos una gran tarea y por consiguiente una gran responsabilidad.

Lanzar una herramienta potentísima al mercado para que el uso de las personas curiosas y legítimamente interesadas, la alimente y la amplifique sin control, es a lo que me refiero con “desinteligencia humana”. No es la primera vez que esto ocurre, y lamentablemente no veo que vaya a ser la última.

Es claro que la tecnología puede ayudar, pero tanto en el comienzo del diseño de una solución, como durante el proceso, el razonamiento del ser humano será clave para orientar su uso, regularlo y controlarlo.

Es en este sentido que pienso en cuatro claves para adoptar las tecnologías exponenciales como la inteligencia artificial y familiarizarnos con ellas en un grado que nos permita perderles el miedo, volverlas familiares y a nuestro alcance y, en definitiva, hacerlas parte de nuestra vida. Estas claves son:

La educación

Estamos de acuerdo en que tanto los programas académicos como las formas en que se dictan ya merecen una revisión.

Los niños están adquiriendo un conocimiento en base al sentido común, el cual es mucho más poderoso que los algoritmos, y que podríamos potenciar acompañándolos con una educación a la medida; una educación que, entre otras cosas, les permita pensar en modelos mundiales.

Trabajar en la educación es pensar a futuro y de forma comprometida con el planeta y con la humanidad, sembrando una conciencia evolutiva capaz de aceptar los avances tecnológicos que aparecen, incorporarlos a la vida de manera inteligente, y pensarse como futuros creadores, diseñadores, reguladores, potenciadores de esas tecnologías y no como simples usuarios acríticos que ignoran tanto sus riesgos como sus potencialidades.

El management responsable

Las actuales generaciones empresariales ya son conscientes de lo que está pasando, algunos saben las posibles consecuencias del nuevo escenario, otros prefieren seguir con lo suyo y mirar para otro lado, pero lo que está claro es que a todos nos va a impactar y no nos queda otra que aprender a surfear.

Sin intención de ser crítica con la actitud que elige tomar cada uno, la preparación de un nuevo escenario exponencial requiere de una gestión responsable, del entendimiento de los riesgos y del reconocimiento de las posibles soluciones.

Tomar decisiones inteligentes no es dejar de lado la tecnología o incorporar herramientas de moda en pos de la eficiencia sin análisis de las consecuencias.

El nuevo management tendrá el gran reto de, a la vez que atravesamos la transformación digital y la proliferación de la inteligencia artificial, iniciar una transformación humana que acompañe el desarrollo de nuestras habilidades creativas y de gestión, para estar a la altura del nuevo reto tecnológico.

Los marcos regulatorios

Nada de esto será posible si no viene acompañado de un Estado mucho más presente con decisiones políticas y económicas acordes a la era que estamos transitando. Diría, aún más, a los días que nos tocan vivir por la rapidez con la que cambian las cosas.

Es posible que algunas tecnologías exponenciales todavía aparenten ser tendencias efímeras y que por esta creencia no se estén tomando decisiones transversales, pero ciertamente no podrán sostenerse estas estructuras tradicionales por mucho tiempo más.

En principio, exigiendo la real aplicación de los criterios ESG, como factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo, en pos de estimular que el desarrollo tecnológico redunde en un verdadero aporte a la vida humana y la sostenibilidad. El derrotero de la IA en los últimos meses, ha dejado claro que si se deja librado al criterio individual, primará el mercantilismo, la ambición y la supremacía del más osado.

Ponderar lo importante

Contrariamente a lo que decíamos al inicio acerca de la “desinteligencia humana”, ponderar lo relevante es encauzar el camino de las vertientes que salen del océano para aprovechar esas olas, las que estamos surfeando.

Usar la fuerza de las creaciones y los desarrollos que como humanidad nos damos, para solucionar los problemas que también como humanidad hemos creado. Lo relevante es, sin lugar a dudas, todo lo relacionado con la salud, la ecología, la equidad y la calidad de vida de las personas.

Usar la tecnología exponencial para acrecentar oportunidades, para resolver problemáticas difíciles como el cambio climático, las energías renovables, el problema de la basura y la contaminación, las inequidades en todo nivel, la alimentación de la creciente población mundial, etc. etc. Desafíos para resolver encontraremos infinitos. Que los estados, los organismos públicos, y todo actor social relevante, comience a aprovechar estas nuevas y poderosas herramientas en este sentido es evolucionar, es empezar a tomar decisiones con sentido común.

Estas cuatro claves se leen más rápido de lo que pueden llevarse a la práctica, pero debieran imprimirse como una urgencia, antes que el miedo y cualquier otra manifestación paralizante.

¿Qué sentido tiene tratar de ganar una carrera al desarrollo tecnológico? Como humanos limitados que somos, esa competencia la tenemos perdida. Pero como en las artes marciales, no se trata de frenar una fuerza que seguramente va a derribarnos, se trata de aprender a movernos para cambiar su dirección y usarla a nuestro favor.

En mi opinión, esa es la gran oportunidad que tenemos hoy con la inteligencia artificial; pero el tiempo es hoy, debemos actuar con premura y determinación. Si no es por nosotros, que sea por las generaciones venideras y por un futuro en el que podamos enderezar el curso de las cosas y dejar el mundo un poco mejor de lo que lo encontramos.