Bancos, tarjetas y pasarelas: el nuevo desafío de la conciliación moderna

Bancos, tarjetas y pasarelas: el nuevo desafío de la conciliación moderna

Durante años, la conciliación financiera tuvo un escenario relativamente previsible. Un banco, una cuenta principal, algunos movimientos diarios y un cruce contra el ERP o el sistema contable. Ese modelo hoy quedó definitivamente atrás.

La forma en la que las empresas cobran y pagan cambió, y con eso cambió también la complejidad de conciliar.

Hoy el dinero no fluye solo por bancos. Pasa por tarjetas de crédito y débito, adquirentes, pasarelas de pago, billeteras virtuales, plataformas de e-commerce y servicios de intermediación que liquidan en distintos plazos, con comisiones variables y reglas propias. El resultado es un ecosistema fragmentado donde la información llega desordenada, incompleta o en tiempos distintos.

Y ahí aparece el verdadero problema.

El área financiera suele tener registradas las ventas, los cobros esperados y las operaciones facturadas, pero cuando contrasta esa información con lo que efectivamente ingresó, empiezan las diferencias. Pagos que figuran como cobrados pero no impactaron en el banco, montos netos distintos a los esperados, retenciones poco claras o liquidaciones parciales difíciles de rastrear.

En este contexto, conciliar ya no es solo comparar dos listas, sino entender cómo se comporta cada fuente.

Las tarjetas, por ejemplo, pueden liquidar en uno o varios pagos, aplicar descuentos por promociones, retener impuestos y acreditar montos netos que no coinciden con la venta original. Las pasarelas de pago suman otra capa de complejidad: consolidan múltiples transacciones, aplican comisiones dinámicas y devuelven la información en reportes que no siempre dialogan bien con los sistemas internos.

Cuando todo eso se intenta resolver de forma manual, el equipo financiero termina atrapado en un circuito de planillas, ajustes y verificaciones constantes. El foco se corre del análisis y pasa a la supervivencia operativa.

Además, aparece un riesgo silencioso: tomar decisiones sobre datos no validados. Reportes de cashflow, proyecciones de liquidez o cierres mensuales que se apoyan en información que todavía no fue conciliada contra la realidad bancaria. El número “cierra”, pero no necesariamente es correcto.

Cómo responder a esta complejidad sin volver el proceso inmanejable

El desafío de la conciliación moderna no está solo en el volumen, sino en la diversidad de fuentes. Cada banco, cada adquirente y cada plataforma tiene su propia lógica, formato y frecuencia. Sin un esquema que permita integrar, transformar y validar esos datos de forma consistente, la conciliación se vuelve frágil y difícil de escalar.

Por eso, cada vez más organizaciones empiezan a tratar la conciliación como un proceso estructural, no como una tarea de fin de mes. Un proceso que integra datos desde múltiples orígenes, los normaliza y aplica reglas claras para detectar diferencias de manera temprana.

En ese escenario, Conciliac IDM ayuda a cubrir las necesidades de la conciliación actual al centralizar información proveniente de bancos, tarjetas y pasarelas, automatizar el cruce mediante reglas configurables y devolver datos confiables listos para reportes, análisis o integración con otros sistemas. De esta forma, la conciliación deja de ser reactiva y se convierte en una base sólida para la gestión financiera.

En un contexto donde los medios de pago siguen multiplicándose y la operatoria digital crece, la pregunta ya no es si conviene conciliar bancos, tarjetas y pasarelas, sino cómo hacerlo sin que el proceso se vuelva inmanejable.

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